Recuento

Blue nude IV (1952), Henri Matisse

De repente me acordé del cuarto desnudo azul de Matisse. Ahí estaba, colgado en la pared de mi memoria pareciéndose a tu cuerpo "después de haber amado". Levantabas un brazo, me mostrabas las costillas como preguntando "¿No habrás salido vos de la mía? ¿De dónde salió esa historia al revés?" Sin que la hubieras dicho te contestaba que "Todo es posible. ¿Jugábamos a la libertad, o no era eso, no seguimos en eso unidos aunque separados? Escuché a Enric cantar 'ay, niña, que nos vaya bien, que Dios insiste en probar con nosotros' y ahora le sigo el rastro. Busco señales."
No me resigno a aceptar cualquier cosa que aparezca. Con el trapo que levanto de la superficie de lo que creo que es mi sol cubro asuntos que no encuentro motivos para seguir manteniendo en frente mío, pero son las polillas las se comen todo. Bichos opacos llenos de alas terminan mostrándome que cualquier cosa persiste, que no hay finales sino de la imaginación. Esa es la pausa que no debería llegar nunca, la de la fantasía de lo posible mientras hacen girar al mundo. Si el mesías es realmente bueno, va a golpear la puerta como gesto de respeto hacia nosotros. Espero estar atento y no perderme la oportunidad de dejarlo pasar.

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