Tantas confesiones...

Interior, Nice (1919), Henri Matisse

Mucho más inolvidable que si estuvieras en un cuadro de Matisse con las sombras que parecieran estar desviadas. Me cuesta más desprenderme de aquello en lo que estuve dentro, es decir que me abrigó, que de las obras que miro desde lejos.

Pasos

Les acrobates (Gymnastique banale) (1925), Francis Picabia

Miro mi espalda y encuentro que estás ahí, cargada en mis hombros que miran al cielo, pero mirando al piso. Doy vueltas para besarte y es como un perro que se quiere morder la cola. Me acuesto, y para no aplastarte, me dejo aplastar por vos. ¿Estoy siguiendo un camino o no? Pregunto, para saber qué posibilidades hay de que si te suelto me persigas.

Visita

Elías alimentado por los cuervos (1921), Christian Rohlfs

Y el coro de cuervos cantó:

¡Protuberancia de mundo/separada del mundo/
caminante del mundo/ te tomamos la mano!
¡Porque tu mano mantiene la desmesura del amor con tacto!
¡Porque ofrecés el vuelo/ perdidas las alas!

Cielo rojo

Himalayas setting moon, Nicholas Roerich

Como el reflejo débil de la luna a punto de ahogarse, cae sobre la tierra la última gota de sangre que transitó el filo de mi cuchillo. El juramento que antecedió al sacrificio decía explicitamente que yo no debería poder ver el resultado de la petición. Que se cumplan ambas partes. Yo espero con la montaña adentro del cuerpo.

Maduración

Death and life (1916), Gustav Klimt

-Apelo al olvido en lugar de la superstición -dijo, con la mirada confusa, y las manos temblando por no entender del todo qué era lo que salía de su boca.

Pasaron los años, la visita del otoño a las arrugas de su cara cada vez fue más notoria, hasta que finalmente lo comprendió: había dejado de recordar aquel día trágico. Si ya no estaba en su memoria, no tenía objeto contra el que dirigir la maldición, aunque tener presente el hecho de que había sucedido todavía provocaba que de sus ojos saltaran baldazos de angustia convertida en agua.

EDIT:
La misma fuerza que sostiene un cuerpo a otro cuerpo es la que aferra la muerte a su herramienta. La unidad perdida, ¿no está del lado izquierdo, querido Georges Bataille?